Dice el refrán qué quien tiene un amigo tiene un tesoro. Pues que queréis que os diga, yo me siento millonario.
Quiero desde aquí expresar mi más sincero agradecimiento a todos los que hicisteis posible la comida del domingo. Y muy especialmente al equipo de personas que se pegaron la pechá de currar para que todo estuviera en su punto. Cuando se planteó esta comida, en principio una copa con aperitivo en cualquier sitio, hubo un amigo que me dijo que no, que la Boca del Sabinal era el sitio, y que no me preocupara por nada. Que el se encargaba de preparar, de comprar, de organizar, de buscar al personal, textualmente “de todo”. Me dijo que el sabía perfectamente de quien tirar para montar esta historia, y que palante. No dude ni un momento de sus palabras (la experiencia le avala), y cuando llegue el domingo al club, una media hora antes de cuando estaba convocada la gente, ya vi que aquello iba a ser un pelotazo. El buffet del desayuno montado con todo lujo de detalles, los botellines, cientos, enterrados en hielo, los altavoces sonando a todo trapo, y “los brigadistas” de un lado para otro, cada uno en su faena, y con unas ganas de cachondeo que vaya tela. Allí ya se respiraba que aquella iba a ser una jornada triunfal, pues además las últimas previsiones metereológicas confirmaban que el día iba a ser de escándalo.
Pero no quiero agradecer su colaboración sólo a “la Brigada”, qué fueron los que llevaron el peso principal, trabajando desde unos días antes con los preparativos y hasta el último momento, sino a todas las personas, muchas, que de manera espontánea arrimaron el hombro, con la escoba, fregando, sirviendo, recogiendo o lo que fuera. Por que allí hubo muchas manos ayudando, y por eso salió todo redondo.
Y a todas y todos los que participasteis, que entendisteis desde primera hora en que consistía aquello del “torneito express”, y que también contribuisteis a que el domingo fuera uno de esos días que uno siempre recuerda con un cariño especial.
Me preguntaba el domingo por la noche cuanto hubiera costado esto si se hubiera encargado a una empresa o catering “profesional” (entre comillas porque se hace entender que cobran y viven de esto, porque los que lo hicieron demostraron su profesionalidad sobradamente). Una barbaridad, imposible de atender con las cuotas que pagamos, y que ahora ya sabéis a que van destinadas. Pero yo llegué a otra conclusión: no se hubiera podido pagar ni con todo el oro del mundo, porque la amistad no tiene precio. Gracias amigos.
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jefe rapao
Quiero desde aquí expresar mi más sincero agradecimiento a todos los que hicisteis posible la comida del domingo. Y muy especialmente al equipo de personas que se pegaron la pechá de currar para que todo estuviera en su punto. Cuando se planteó esta comida, en principio una copa con aperitivo en cualquier sitio, hubo un amigo que me dijo que no, que la Boca del Sabinal era el sitio, y que no me preocupara por nada. Que el se encargaba de preparar, de comprar, de organizar, de buscar al personal, textualmente “de todo”. Me dijo que el sabía perfectamente de quien tirar para montar esta historia, y que palante. No dude ni un momento de sus palabras (la experiencia le avala), y cuando llegue el domingo al club, una media hora antes de cuando estaba convocada la gente, ya vi que aquello iba a ser un pelotazo. El buffet del desayuno montado con todo lujo de detalles, los botellines, cientos, enterrados en hielo, los altavoces sonando a todo trapo, y “los brigadistas” de un lado para otro, cada uno en su faena, y con unas ganas de cachondeo que vaya tela. Allí ya se respiraba que aquella iba a ser una jornada triunfal, pues además las últimas previsiones metereológicas confirmaban que el día iba a ser de escándalo.
Pero no quiero agradecer su colaboración sólo a “la Brigada”, qué fueron los que llevaron el peso principal, trabajando desde unos días antes con los preparativos y hasta el último momento, sino a todas las personas, muchas, que de manera espontánea arrimaron el hombro, con la escoba, fregando, sirviendo, recogiendo o lo que fuera. Por que allí hubo muchas manos ayudando, y por eso salió todo redondo.
Y a todas y todos los que participasteis, que entendisteis desde primera hora en que consistía aquello del “torneito express”, y que también contribuisteis a que el domingo fuera uno de esos días que uno siempre recuerda con un cariño especial.
Me preguntaba el domingo por la noche cuanto hubiera costado esto si se hubiera encargado a una empresa o catering “profesional” (entre comillas porque se hace entender que cobran y viven de esto, porque los que lo hicieron demostraron su profesionalidad sobradamente). Una barbaridad, imposible de atender con las cuotas que pagamos, y que ahora ya sabéis a que van destinadas. Pero yo llegué a otra conclusión: no se hubiera podido pagar ni con todo el oro del mundo, porque la amistad no tiene precio. Gracias amigos.
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